EL
MUNDO MÁGICO
En
nuestro mundo, en la mitología, existen muchas zonas o lugares especiales que
son referidos en las tradiciones y libros antiguos de todas las culturas. Para
muchos es solo imaginación, pero para quienes creen en ellos y los estudian,
son reales y han encontrado detalles, sucesos y descripciones de gran interés que
bien podría darnos datos de su existencia. Lo cierto es que desde siempre se
han descrió esos lugares o sitios mágicos lleno de misterio que, si reflexionamos
sobre ello, podríamos estar ante un mundo alterno, parafísico descrito de
muchas formas por muchas personas en el mundo.
Uno
de los lugares que son utilizados por los interesados en el mundo mágico sin
duda alguna es Magonia. La primera mención oficial de este enigmático lugar se
atribuye al De Grandine et Tonitruis del obispo carolingio Agobardo de Lyon en
815, donde se presenta como una ciudad voladora cuyos habitantes viajaban en
barcos sobre las nubes y causaban tormentas para saquear el grano de los
campos. En sus escritos contra estas supersticiones populares, Agobardo de Lyon
denunció la creencia en la brujería y el origen sobrenatural del mal tiempo.
Magonia
es una ciudad legendaria del folclore medieval. Según se decía, este lugar se
alzaba entre las nubes y era el hogar de feroces marineros aéreos llamados
“tempestarios”, capaces de producir vientos y tormentas a voluntad.
Curiosamente y adecuándose a nuestros tiempos, a inicios de los años setentas la
cultura popular moderna, el concepto de Magonia es a veces relacionado con el
fenómeno de los objetos volantes no identificados.
Jacques
Vallée fue uno de los primeros divulgadores en utilizarlo, en su libro de 1969
Pasaporte a Magonia: del folclore a los platillos volantes. En esta obra, densa
y con cientos de casos, había dos partes bien diferenciadas. En la primera, el
autor nos trataba de explicar las similitudes entre los modernos casos de OVNIs
y sus tripulantes en conexión con las antiguas historias de duendes, elfos y
maldiciones diversas que siempre han acompañado al hombre. Según Vallée varió
la interpretación en cada época, no el fenómeno.
Roberto
Samael C E