SON
BUENO O MALO, SEGÚN LA OCASIÓN
Entre
los múltiples mitos y leyendas que rodean la zona de los volcanes, existe una
muy peculiar que se da más en el área de Tlalmanalco, pues se cuenta sobre
personajes pequeños que cuidan los bosques y en ocasiones interactúan con los
humanos. Este ser mítico llamado Cuahutepochtle, del náhuatl (cuáhuitl, árbol,
bosque, y tepochtle bromista). Que es considerado el guardián de los bosques.
Campesinos, leñadores, pastores o gente que solo camina por el monte se lo
puede encontrar. Tiene dos características importantes, una, es muy pequeño
mide 60 cm, y se puede hacer todavía más pequeño hasta casi desaparecer; y la
otra característica, es que tiene buen humor y gusta de jugar bromas. Se cree
que cuida el bosque del Popocatépetl, pero no anda tan arriba, porque dicen
haberlo visto en las cañadas, allá abajo, y también del lado del Iztaccíhuatl. A
veces ayuda a quien le pide ayuda. La cañada de “Cosamala”, en San Rafael,
Tlalmanalco recibe ese nombre porque el Cuahutepochtle era muy visto por ese
lugar. Hay una historia sobre un leñador que siempre andaba en el bosque
cortando leña para venderla en Amecameca. A él nada le importaba: cortaba
cualquier árbol y también aprovechaba el ocote y la resina para venderlos. Así
se ganaba la vida. Un día, ya había cortado mucha leña, pero quiso más y más.
Fue
apilándola y pidió prestadas unas bestias para poder cargar todo hasta
Amecameca. En eso estaba cuando se le apareció el duende, el Cuahutepochtle, y
lo regañó por abusar del bosque. El leñador, se asustó muchísimo, porque el
duende era chaparrito, casi del tamaño de un niño de unos cinco años; tenía una
barba muy blanca y muy larga; tenía un abrigo verde, un sombrero con plumas de águila
y los zapatos colorados. Esa fue la descripción del leñador. Las personas
comunes, nos podemos espantar cuando ve algo desconocido: un fantasma, una luz,
una sombra, pero el leñador se asustó más porque se trataba de Cuahutepochtle,
y sabía que podía mostrarse ante las personas para regañarlas, asustarlas o
ayudarlas. Cuentan que ha habido gente que se pierde en las cañadas o se
accidenta, y se sabe que es el Cuahutepochtle quien la ayuda a salir. Como es
un espíritu, puede ser bueno o malo, según amerite la ocasión. Así que el Cuahutepochtle
regañó al leñador y le quitó parte de la leña. Le dijo que podía cortar la
necesaria, sin abusar del bosque, porque si lo hacía nunca más lo dejaría
entrar. El leñador obedeció y nunca más acaparó madera.
Hay otra leyenda sobre
otro leñador muy semejante. Esta leyenda cuenta que a un viejo leñador de San Pedro Nexapa que iba todos los días al
monte a juntar su carga, se le apareció varias veces. Una madrugada, sin más,
estaba frente a él, era muy pequeño, con un enorme sombrero cubierto de plumas,
sus cortas piernas estaban enfundadas en unas botas rojas, su cuerpo era como
de gallo y despedía un fuerte olor a humedad… El ser le dijo:
-¡Soy
el Cuahutepochtle!, el duende del bosque, señor de los árboles y plantas. Yo
transporto las semillas para que germinen y puedo ordenar a los animales
cualquier cosa.
-¿Cualquier
cosa? -preguntó el viejo.
-Sí,
cualquier cosa -replicó el duende.
-Entonces
ordénales que me junten leña en lo que voy a buscar a mi burro.
-Está
bien -le contestó el duende.
Al
rato, regresó el viejo con su burro y efectivamente encontró el bulto de leña.
Muy contento cargó a su animal y regresó más temprano que de costumbre a su
casa. Cuentan que este señor se hizo rico con tanta leña que vendía, que se
hizo varias mulas y que sólo trabajaba unas pocas horas. La gente dice que el
Cuahutepochtle ayudaba porque el viejo le llevaba todos los días tamales y
atole, que eran buenos amigos. Pero no a toda la gente ayudaba; es más, a
algunos los espanta y les mete sustos. Este tipo de leyendas, mitos llenos de
folclor se cuentan a los alrededores de los volcanes. Si ustedes visitan esos
lugares, tal vez se encuentre a uno de estos seres mágicos, y sea testigo de la
manifestación de estas enigmáticas criaturas.